ING tendrá un efecto adverso de 700 millones por vender su negocio en Rusia

ING se retira del mercado ruso: un movimiento estratégico

La entidad financiera neerlandesa ING ha tomado una decisión significativa al acordar la venta de su negocio en Rusia a la firma local Global Development. Este paso marca un giro drástico en su estrategia de operaciones internacionales, especialmente considerando el contexto actual que rodea a la región desde la invasión de Ucrania en 2022. ¿Por qué ha decidido ING dejar atrás un mercado tan complejo y desafiante?

Un acuerdo con un precio elevado

El acuerdo implica una pérdida considerable para ING, que se estima en unos 700 millones de euros. De esta cifra, alrededor de 400 millones de euros se consideran pérdidas contables, que resultan de la diferencia entre el precio de venta y el valor contable del negocio. Este impacto no solo afectará las finanzas de la entidad, sino que también se traducirá en una reducción de aproximadamente cinco puntos básicos en su ratio CET1, un indicador crucial de su salud financiera.

Además, se anticipa un impacto negativo adicional de aproximadamente 300 millones de euros debido al ajuste de conversión de moneda. Sin embargo, este último ajuste no influirá en el ratio CET1, lo que significa que, aunque el golpe financiero es significativo, no comprometerá de manera inmediata la estabilidad del banco.

Un nuevo capítulo para los clientes en Rusia

La transacción con Global Development no solo implica un cambio de propietario, sino también una promesa de continuidad para los clientes rusos. El comprador se ha comprometido a continuar ofreciendo servicios bajo una nueva marca, lo que sugiere que ING ha tomado medidas para garantizar que sus clientes no queden desatendidos en medio de esta transición. En un mundo donde la lealtad del cliente es fundamental, esta decisión podría ser vista como una estrategia astuta para preservar la relación con los consumidores rusos.

La evolución de la exposición crediticia de ING

Desde que comenzó el conflicto en Ucrania, ING ha adoptado un enfoque conservador respecto a sus operaciones en Rusia. La entidad ha dejado de asumir nuevos negocios con empresas rusas y ha reducido drásticamente su exposición crediticia, que ha disminuido en más del 75%. Además, se prevé que continúe esta tendencia tras la transacción, con planes de reducir aún más su exposición offshore a clientes rusos, que asciende a unos 1.000 millones de euros hasta septiembre de 2024.

Este enfoque no solo refleja una preocupación por la estabilidad financiera de la entidad, sino también una postura ética frente a las realidades geopolíticas actuales. ¿Es este el futuro de las instituciones financieras en tiempos de incertidumbre? ¿Deberían los bancos adoptar un enfoque similar en otros mercados complejos?

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