La llegada de fondos de inversión al campo español
En los últimos años, hemos sido testigos de un fenómeno que ha tomado por sorpresa a muchos: la irrupción de fondos de inversión de capital riesgo en el sector agrícola de la Península Ibérica. Actualmente, se estima que cerca de 900 de estos fondos gestionan más de 100.000 millones de euros en tierras de cultivo. Pero, ¿qué significa esto para nuestros agricultores y para el futuro de la agricultura en España?
Un auge sin precedentes
Desde 2019, la compraventa de fincas rústicas ha experimentado un incremento notable del 20%. Este auge se debe, en gran parte, a lo que se ha denominado el proceso de ‘uberización’ del campo. Este término, que puede sonar un poco extraño, hace referencia a cómo el campo español se está transformando en un espacio donde grandes fondos de inversión buscan maximizar sus beneficios, muchas veces a expensas de los pequeños y medianos agricultores.
La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) ha señalado que esta tendencia está impulsada por la creciente concentración de la producción agrícola, donde un pequeño porcentaje de empresas monopoliza el mercado. En concreto, solo el 6,6% de las empresas acapara el 42% del valor de la producción del campo español. Esto plantea una pregunta inquietante: ¿quién se beneficia realmente de la renta agraria que ha aumentado un 10,8% en 2024? La respuesta, según el secretario general de COAG, Miguel Padilla, es que los verdaderos beneficiados son los accionistas de fondos de inversión en lugares lejanos, como Wisconsin o la City de Londres.
Consecuencias para los agricultores locales
La situación es preocupante. La creciente concentración del mercado agrícola genera barreras de entrada cada vez más altas para los jóvenes que desean emprender en el sector. Esto no solo afecta la competitividad del campo español, sino que también pone en peligro el actual modelo social y profesional de nuestros agricultores y ganaderos. Sin embargo, Padilla es optimista y asegura que la agricultura tiene un gran futuro en España, siempre y cuando se tomen las decisiones correctas.
El rechazo a acuerdos comerciales perjudiciales
Las principales organizaciones del sector agrícola, incluida COAG, han alzado la voz contra acuerdos comerciales que consideran dañinos. Un ejemplo es el tratado entre la Unión Europea y Mercosur, que ha sido calificado como el «golpe definitivo» para la agricultura y ganadería europeas. Las protestas se han multiplicado en los últimos meses, exigiendo al Gobierno español que no ratifique dicho acuerdo.
Además, COAG ha solicitado la suspensión del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Marruecos. Este acuerdo es considerado una violación del derecho internacional, ya que no se ha consultado al pueblo del Sáhara Occidental, tal y como establece el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. La defensa de nuestros intereses agrícolas no es solo una cuestión de economía; es una cuestión de derechos humanos y justicia social.
Mirando hacia el futuro
En un panorama en el que los fondos de inversión están ganando terreno, es crucial que la voz de los agricultores y ganaderos sea escuchada. Las decisiones que se tomen hoy influirán en la forma en que se cultivará y se producirá en España mañana. ¿Estamos dispuestos a dejar que el futuro de nuestra agricultura esté en manos de especuladores? La respuesta a esta pregunta podría definir el rumbo de un sector vital para la economía y la cultura de nuestro país.