Las protestas del campo aragonés llegan a su fin tras causar retenciones en carreteras

Protestas en el campo aragonés: una voz que resuena en las carreteras

El 10 de octubre se convirtió en un día marcado por la movilización en el campo aragonés. Una jornada de protestas que, aunque se desarrolló sin incidentes graves, dejó su huella en las carreteras de las tres provincias de Aragón. Los tractores, esos gigantes de metal que surcan los campos, se convirtieron en los protagonistas de la jornada, generando retenciones en diversas vías y recordando a todos la situación crítica que atraviesa el sector primario.

La situación del sector primario: ¿peor que hace un año?

Los agricultores y ganaderos, un año después de las masivas protestas de febrero de 2024, volvieron a salir a la calle, y su mensaje es claro: la situación ha empeorado. Las voces de los afectados resuenan con fuerza, manifestando no solo la preocupación por el tratado de Mercosur y la falta de relevo generacional, sino también la creciente burocracia que ahoga su labor diaria. «Estamos peor que hace un año», es la queja recurrente que se repite entre los manifestantes, quienes sienten que su arduo trabajo no recibe la atención que merece.

En esta ocasión, la Asociación Aragón Es Agricultura y Ganadería (AEGA) lideró las movilizaciones en Zaragoza, con el respaldo de la Unión de Asociaciones del Sector Primario Independientes (Unaspi). A pesar de las tensiones con la Guardia Civil, que impidió que los tractores accedieran a la capital aragonesa, la determinación de los agricultores no se vio mermada. «Si nos hubieran dejado entrar, tal vez el resultado hubiese sido más satisfactorio», reflexionó Rubén Blasco, portavoz de AEGA, evidenciando la frustración que sienten ante la falta de diálogo con las autoridades.

Demandas del sector: un llamado a la acción

Las expectativas de los agricultores aragoneses son claras: buscan una reacción efectiva de las organizaciones agrarias y del Gobierno de Aragón. Blasco enfatizó la necesidad de que las instituciones presten atención a sus demandas y inicien un diálogo continuo. La crítica a la atención que los políticos brindan a los nuevos inversores, en detrimento de quienes llevan años trabajando la tierra, resuena en cada rincón de las protestas. «Necesitamos respeto y apoyo», exigen, sintiéndose cada vez más desamparados en un entorno en el que la agricultura y la ganadería parecen perder relevancia.

El eco de la protesta en Huesca: entre alegría e insatisfacción

Mientras tanto, en Huesca, las palabras de Eduardo Castillo, portavoz de Huesca Es Agricultura y Ganadería (HEGA), reflejan una dualidad. La «alegría» por la alta participación de agricultores contrasta con una profunda «insatisfacción» por la desconexión de los políticos con la realidad del sector. «Nuestros políticos viven en un mundo paralelo», lamenta, evidenciando la creciente preocupación por la fragmentación de la comunidad agrícola.

Con la participación de aproximadamente 77 tractores y 300 personas, la movilización en Huesca buscó visibilizar los problemas persistentes que enfrenta el sector. A pesar de contar con el apoyo de las autoridades locales para realizar una marcha por la ciudad, Castillo advirtió sobre la necesidad de unificar esfuerzos. «Tenemos que ir todos a una», instó, recordando que la excesiva burocracia y la fiscalización están sofocando a quienes trabajan la tierra.

Afectaciones al tráfico: un símbolo de resistencia

El impacto de las protestas se dejó sentir no solo en las carreteras, donde se registraron cortes temporales y tráfico lento, sino también en la conciencia colectiva de la población. Las congestiones en vías como la A-126 y la A-220 se convirtieron en el escenario de una lucha silenciosa pero poderosa, donde cada tractor representa no solo un medio de trabajo, sino también una voz que clama por atención y respeto en un mundo que parece olvidar su importancia.

Las palabras de los portavoces de las organizaciones agrarias resuenan como un eco de advertencia: la agricultura y la ganadería son pilares fundamentales de la economía de Aragón, y su futuro depende de decisiones políticas acertadas y de un compromiso real con el sector. En un mundo rural cada vez más despoblado, es crucial que los empleos estables y el apoyo a las pymes se conviertan en prioridad, antes de que sea demasiado tarde.

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