Imaz considera que la prohibición de motores de combustión causará «daño irreparable» en la automoción

La descarbonización: un camino que debe ser inteligente

En el actual debate sobre la descarbonización, surge una afirmación contundente: no podemos «poner la ideología por delante de la tecnología». Este es el mensaje claro de Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, quien ha instado a abordar este proceso con un enfoque más racional y menos ideológico. En un contexto donde la presión para abolir los motores de combustión se intensifica, es vital reflexionar sobre cómo se está llevando a cabo esta transformación energética.

El futuro de los motores de combustión: ¿prohibición o adaptación?

Imaz se muestra optimista al afirmar que no se prohibirán los motores de combustión para 2035, aunque advierte que cada año que pasa sin una decisión clara daña irremediablemente al sector automotriz. La realidad es que la transición hacia tecnologías más limpias debe hacerse con inteligencia, priorizando la competitividad y el desarrollo sostenible. ¿No es un poco paradójico que, mientras se intenta proteger el medio ambiente, se pongan en riesgo miles de empleos en la industria del automóvil?

Neutralidad tecnológica: un principio a recuperar

Uno de los puntos más críticos que Imaz plantea es la necesidad de recuperar la neutralidad tecnológica. Esto significa dejar de lado los sesgos ideológicos y optar por cualquier tecnología que ayude a reducir las emisiones. En lugar de demonizar los motores de combustión, debemos considerar todas las opciones disponibles. Después de todo, un coche moderno con un motor diésel renovable puede ser más eficiente en términos de emisiones que un coche eléctrico, dependiendo de la fuente de energía utilizada para cargarlo. ¿No deberíamos, entonces, evaluar cada tecnología en función de su impacto real en el medio ambiente?

La paradoja de las políticas de movilidad

Imaz también critica las políticas actuales que favorecen fiscalmente ciertos tipos de movilidad, sugiriendo que esto puede causar daños colaterales a la industria. Mientras algunas administraciones impulsan la compra de vehículos eléctricos, otras se olvidan de los beneficios de renovar el parque automotriz existente. La clave no está en prohibir, sino en facilitar que las personas accedan a vehículos más limpios y seguros, independientemente de su tecnología. ¿No sería más sensato dejar que cada individuo elija el coche que mejor se adapte a sus necesidades, en lugar de imponer una ideología sobre ellos?

Zonas de bajas emisiones: un enfoque más pragmático

En cuanto a las zonas de bajas emisiones, Imaz sostiene que el enfoque debe ser más pragmático. En lugar de rechazar estas zonas, deberíamos facilitar que los vehículos más antiguos sean reemplazados por modelos más limpios, generando así un impacto positivo en la calidad del aire. ¿Acaso no es lógico que un coche diésel de hace 20 años emita mucho más contaminantes que uno moderno? Es un ciclo que, si se gestiona adecuadamente, puede beneficiar tanto al medio ambiente como a la economía local.

La importancia de un debate informado

Finalmente, Imaz subraya la importancia de un debate informado sobre las tecnologías de movilidad. Las decisiones no deben tomarse con base en ideologías, sino en datos concretos sobre el impacto ambiental de cada opción. La huella de carbono de un vehículo no puede medirse solo en función de su tubo de escape; es un proceso más complejo que incluye la minería, la producción y la eficiencia energética. ¿No deberíamos, por tanto, tener una conversación más amplia sobre cómo todos estos elementos interactúan entre sí?

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