Deoleo y la amenaza de los aranceles al aceite de oliva
En un mundo donde la economía global se mueve a un ritmo frenético, las decisiones políticas pueden tener un impacto directo en empresas que operan en mercados internacionales. Un claro ejemplo de esto es el caso de Deoleo, la multinacional española conocida por su marca de aceite de oliva Carbonell. Ante la posibilidad de que la administración de Donald Trump imponga un arancel del 25% al aceite de oliva, la compañía ha decidido actuar con anticipación. ¿Cómo se está preparando Deoleo para enfrentar esta posible crisis?
Preparativos para un escenario incierto
El director financiero de Deoleo, Enrique Weickert, ha dejado claro que la empresa no está dispuesta a dejar nada al azar. Han estado trabajando durante meses para minimizar el impacto que estos aranceles podrían tener en su cadena de suministro. En lugar de esperar a que se implementen las nuevas tarifas, han tomado la iniciativa de adelantar stock de aceite hacia Estados Unidos, un mercado que representa una parte crucial de sus ventas. ¿Por qué esperar a que la tormenta llegue cuando se puede preparar un refugio?
Construyendo un colchón de seguridad
Deoleo ha optado por construir un «colchón adicional» en su inventario, asegurándose de tener al menos tres meses de stock preparado. Este enfoque proactivo les permitirá seguir abasteciendo a sus clientes sin interrupciones en caso de que se impongan los aranceles de manera repentina, como suele suceder en el ámbito político. Imagina estar en una carrera y, en lugar de esperar a que suene el disparo de salida, ya estar en la línea de meta preparado para el desafío.
El impacto de los aranceles en el consumidor
La multinacional ha resaltado que el 95% del aceite de oliva consumido en Estados Unidos proviene de la cuenca mediterránea. Esto plantea una pregunta interesante: ¿realmente los aranceles benefician a la producción estadounidense? Deoleo afirma que no. Según su perspectiva, imponer tarifas solo resulta en que el consumidor americano termine pagando más por un producto que, además de ser saludable, no se produce en su país y que debe ser importado. Es como si se cobrara un peaje por un camino que ya está en uso, encareciendo el viaje para todos.